Por Daniel Solari
Se viene una nueva ley de Educación. Muchos la llaman “ley Brovetto”.
Previo a ella, el Gobierno ante la ausencia de políticas educativas y con la excusa de ser participativos, gastó miles de dólares para que en diferentes instancias los interesados en el tema, tomasen posiciones sobre una ley de educación consensuada.
Finalizado el Congreso de la Educación, del cual se retiraron distinguidos educadores por discrepancias en la metodología de trabajo del mismo, emanó un documento que establecía los acuerdos mínimos relativos al tema.
Absolutamente claros fueron los conceptos de Autonomía y Cogobierno, históricas reivindicaciones de los sindicatos de la enseñanza para todos los niveles educativos aunque Primaria parece haberlos descartado .
Como corolario de dicho Congreso, aparece al ruedo político el anteproyecto de ley que ahora se dice que es un borrador, y que fija claramente la discrepancia entre la visión del Gobierno y esa participación que pretendió dar a los educadores en particular.
Como en todas las reformas que implementa el Gobierno “progresista”, atribuye un factor dinámico que modifica las resoluciones iniciales.
Por eso el carácter de borrador o anteproyecto, lo que reconoce la ausencia de políticas educativas y fundamentalmente, la ausencia de proyecto de país. ¿Cómo fijar políticas educativas sin saber qué país se pretende? Es poner “la carreta delante de los bueyes” que dista mucho de “acomodar los zapallos mientras el carro va marchando”.
La propuesta del Gobierno es sencillamente impresentable, autonomía pero no tanta y cogobierno pero no tanto. Es decir, mediante el MEC, el Partido de Gobierno de turno, se asegura su preeminencia sobre el resto del sistema, es decir, más de lo mismo. Se crea un aparato educativo con decenas de cargos de confianza que pone a la enseñanza al servicio del partido político gobernante, la independencia de los políticos brilla por su ausencia. ¿Cuánto tiempo reclamó el FA esta consigna? Lamentablemente, sólo era un panfleto digno de un orador de barricada.
El intento de establecer mayoría de representantes del Gobierno, con venia del senado, en casi todos los organismos que se crean, es terminar de apretar cualquier tuerca floja que quedará enmarcado en este plan educativo que sólo pretende un lavado de cara y un afianzamiento del gobierno a través de los partidos políticos que integran el Gobierno y simultáneamente dominan los sindicatos de la enseñanza.
Las promesas electorales están para cumplirlas y sobre todo, si llevan 22 años prácticamente de continuidad en el tiempo. No hay excusas en este y en el próximo año, no se cambia porque no interesa cambiar. Todos los que integramos de una u otra forma la enseñanza pública, recordaremos dichas promesas y desde el lugar en que estemos, denunciaremos los intentos de este gobierno que, ha elegido ahondar un sistema educativo tutelado mediante la fachada de alguna elección por parte del cuerpo docente y otros que no integran formalmente el gobierno.
Cogobierno y Autonomía son los nuevos híbridos creados por este gobierno, que grita en la pulpería pero no en la comisaría.
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