La obviedad a veces es necesaria. El único responsable directo de los caminos que recorre nuestro país por los diferentes ámbitos de la sociedad, es el Gobierno de la República y no tiene atenuantes cuando tiene las mayorías para gobernar a “piacere” dentro de la Constitución y la ley.
Ya no es sencillo decir soy “progresista” ó “frenteamplista” porque es sinónimo de ser oficialista.
Ya no existe ese fervor partidario de otrora que finalmente llevó al FA al poder con más del 50% de los votos en las Elecciones Nacionales del 2004.
Hoy casi no se ven adhesivos del FA en los parabrisas de los automóviles y ó en los entrañables termos compañeros infaltables de los materos.
Hoy día, los actos de masas convocados por la coalición progresista neoliberal convocan a poca gente apenas una decena de miles de personas.
Los oradores de hoy, son funcionarios públicos de alta jerarquía con muy buenos sueldos y ya no entusiasman a los asistentes y menos a sus votantes históricos.
Antes cuando el progresismo era oposición marcaba a fuego y fácilmente los errores ajenos aunque no lo fueran, hoy comprueban desde el Gobierno que es difícil subrayar los logros propios aunque tampoco lo sean.
Asimismo, las últimas encuestas revelan un decrecimiento progresivo desde marzo del 2007 al presente en la intención de voto al oficialismo, situándose a la fecha en el 42%, transformándolo en la minoría mayor, a sólo 7 puntos del PN y un punto por debajo de la oposición en su conjunto (ver encuesta factum y la evolución en el tiempo).
Sumemos también, el desmembramiento que sufrió y sufrirá el FA, léase, el 26 de marzo y la Corriente de Izquierda respectivamente.
Para colmo de males, la Suprema Corte de Justicia declara la inconstitucionalidad del IRPF a las pasividades en más de 1200 casos tratados. Es una sumatoria “durísma” de digerir para el FA que lo percibe como un palo en la rueda a su gestión.
A su vez, la falta de planes alternativos para lograr los fines perseguidos por este Gobierno, le provocan tal impotencia e irritación que se trasluce permanentemente en las declaraciones de casi todos sus funcionarios, lamentablemente comenzando por el propio Presidente Vázquez.
Y como en la inquisición, los progresistas salen a cazar brujas, a buscar culpables, a distraer con lo accesorio lo esencial, a quitarse su propia responsabilidad, pan y circo para todos.
No hay mejor defensa que un buen ataque es lema del progresismo porque en tres años y pico de Gobierno, fueron varios los blancos seleccionados para explicar sus propios errores y horrores.
La sucesión de ataques a la prensa, a la burocracia estatal, a la oposición y ahora la Suprema Corte de Justicia, explican su pobre estrategia.
En lugar de amenazar con un absurdo juicio a la SCJ que no aportará nada positivo a la democracia y en particular a la República, el Gobierno debería dedicar su tiempo a buscar los recursos genuinos que tapen el agujero fiscal que deja la inconstitucionalidad del impuesto y dejar de lado esa rabieta infantil por un fallo contrario a sus intereses.
¿Pretende el Gobierno que haya jubilados que paguen y otros que no paguen IRPF? ¿No eran todos los ciudadanos iguales para la ley? ¿O para pagar impuestos hay de dos clases?
La esperanza, el entusiasmo y hasta la credibilidad en este Gobierno decrece en forma proporcional al paso del tiempo. La sociedad que esperó algún cambio positivo a 37 meses de Gobierno continúa esperando. Por suerte…, falta mucho menos
Por Daniel Solari
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