miércoles, 16 de abril de 2008

La cuota de género, un desafío insoslayable





Hasta hace un par de años era de los que creía que la cuota de género era una impertinencia típica de las versiones más exageradas del feminismo. La propuesta me parecía, incluso, una falta de respeto a la inteligencia y a la capacidad de las mujeres. Poco a poco he ido cambiando de manera de pensar. Los uruguayos debemos aceptar que nuestros mecanismos de representación política deben ser corregidos para promover la presencia femenina en los cargos electivos más importantes. Tenemos un problema serio y es tiempo de enfrentarlo. Muchas mujeres militan en las bases de todos los partidos. Pero son realmente poquísimas las que logran ser electas en los cargos más importantes y prestigiosos. En las elecciones de 2004 fueron electas apenas 14 mujeres en 130 cargos en disputa. El porcentaje de mujeres en cargos parlamentarios en Uruguay (11%) es inferior al promedio de los países europeos (20%), americanos (21%) y nórdicos (41%). En las direcciones nacionales de los partidos la situación no es mejor: ninguno de los 15 integrantes del Directorio del Partido Nacional es mujer; hay apenas una mujer en el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Colorado; en la reunión marzo de la Mesa Política del Frente Amplio participaron solamente cuatro mujeres de 30 integrantes (1). Las causas de esta situación son muchas y complejas (la vida familiar las retiene, los códigos y las rutinas masculinas de la actividad política tiende a expulsarlas, etc.). No existe, desde luego, una conspiración de los políticos varones para bloquear el paso de las mujeres. Pero tampoco ha existido, hasta ahora, un compromiso claro de parte de las cúpulas partidarias en el sentido de tender a modificar la asimetría existente. En estos días, la elite política parece empezar a reaccionar. La Comisión de Constitución y Legislación del Senado está discutiendo un proyecto que adopta y adapta una vieja propuesta de la Red de Mujeres Políticas. En este borrador se propone que las listas de senadores, diputados, ediles y, miembros de juntas locales electivas incluyan “personas de ambos sexos en cada terna de candidatos, titulares y suplentes, en los primeros quince lugares de las mismas”. Esta cuota se aplicaría también en las listas de candidatos a miembros de los órganos de dirección de los partidos. Un punto clave de la iniciativa es su plazo de vigencia: la cuota regiría sólo hasta diciembre de 2015. La cuota de género está lejos de ser una excentricidad. Según los datos recopilados por IDEA (Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral), 97 democracias utilizan algún tipo de cuota: a nivel constitucional, legal o por libre voluntad de los partidos. En 15 países han optado por darle a la igualdad de género rango constitucional (entre otros casos, puede mencionarse a Argentina y Francia). Otros 43 sistemas democráticos establecieron la cuota para los cargos parlamentarios a nivel de la legislación. En este subconjunto cabe listar, por ejemplo, a Bélgica, Brasil, Costa Rica, Ecuador, España, Panamá, Perú y Portugal. En 69 países fueron los propios partidos políticos los que decidieron instalar sistemas de cuota con independencia de la legislación nacional. Este tipo de sistemas ha sido ampliamente utilizado por los partidos políticos en Alemania y los países nórdicos. Estimulado por la experiencia de la socialdemocracia a nivel internacional, el Partido Socialista uruguayo empezó a utilizar este tipo de soluciones en 1992 (2). A principios del siglo XX, Uruguay tuvo lucidez y coraje para entender y corregir algunas formas de discriminación de la mujer. Supimos ser pioneros. El tiempo pasó y, también en este plano, nos fuimos rezagando. Mientras tanto, muchas democracias modernas han asumido el problema de la baja participación política de la mujer en cargos electivos, y diseñado paliativos de carácter institucional (aunque no en todos lados la introducción de la cuota de género significó un cambio importante en los porcentajes de representación). Es hora de reaccionar. No es lógico ni justo que a nuestras mujeres, a nuestras madres, esposas e hijas, les cueste tanto alcanzar la cima de los partidos y los más altos cargos de representación. Al sistema político uruguayo nunca le faltó imaginación para resolver problemas de ingeniería electoral. Tiene una gran oportunidad de estar a altura de sus mejores tradicionales. (1) Estos datos fueron publicados en el volante distribuido por la Bancada Bicameral Femenina durante marzo pasado. (2) Los porcentajes de participación de la mujer en los parlamentos pueden consultarse en la página Web de la Unión Interparlamentaria: www.ipu.org/wmn-e/word.htm. La información sobre cuotas está disponible en: www.quotaproject.org


Fuente: El Observador, 16 de abril

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