viernes, 11 de abril de 2008

Los enojos de Giorgi con CARAS y CARETAS





El malestar del director del Inau Víctor Giorgi conmigo, no tiene la menor justificación. Yo he expresado en estas páginas desde hace tres años todas mis opiniones sobre lo que sucede en la Colonia Berro. Por lo tanto, bastaba leer CARAS y CARETAS para no verse tan sorprendido. Ya en la administración anterior reclamamos, -y hablo en plural porque varios periodistas de esta casa lo hicieron- dignidad para los jóvenes reclusos, y responsabilidad, decencia y eficiencia a los funcionarios y jerarcas involucrados. Respaldé la gestión de Migliorata al frente del Instituto de Rehabilitación Juvenil durante el gobierno anterior y pedí su renuncia cuando pensé que su tarea -por sus errores- había llegado a su fin. Fui el único periodista que apoyó la discutida actuación de la ministra Marina Arismendi cuando el motín de 2005 y seguí atentamente las iniciativas que la actual conducción del Inau llevó a cabo para corregir errores del pasado, limpiar la Colonia Berro de funcionarios corruptos, mejorar las condiciones de los trabajadores, contratar técnicos, realizar concursos y poner atención en los derechos humanos de los menores privados de libertad. En el gobierno anterior, un periodista de CARASyCARETAS entrevistó en los hogares del Interj a los menores internados, y denunció enérgicamente las horribles condiciones de reclusión que padecían. En esta administración, un periodista de esta revista se introdujo con la visita en la Berro y conversó con los familiares y presos sobre la vida en reclusión, la droga, los cuidadores, los golpes y las transas. En más de una ocasión conversamos con Víctor Giorgi, le reiteramos críticas y le sugerimos ideas para corregir errores e insuficiencias y le advertimos, siempre con propósitos constructivos, que se volvían necesarias políticas claras, innovadoras y fuertes cambios en la gestión. PALABRAS SUAVES PARA OÍDOS SORDOS Desde la designación del doctor Carlos Uriarte como gerente del Interj, creímos que el nuevo jerarca superaría muchos de los problemas señalados, no sólo por nosotros sino por los organismos de derechos humanos y también por muchos técnicos, por los menores infractores, los familiares, muchos magistrados y algunos parlamentarios de la oposición que, naturalmente, estaban tan callados en la administración anterior como hoy están calladitos los del Frente Amplio. Fuimos nosotros los que denunciamos la nefasta incidencia de los "brazos gordos" y apoyamos el desmantelamiento de las mafias que afectaban la gestión en la Colonia. Lo hicimos con el apoyo de numerosos funcionarios públicos fieles y dignos, comprometidos con los fines de la institución cualquiera fueran sus convicciones políticas, honrados y valientes. Hablamos con Carlos Uriarte varias veces, incluso alguna de esas veces se planificó con tanta discreción que parecían reuniones conspirativas y, a decir verdad, me encontré con dificultades que él enfrentaba y yo desconocía, algunas referidas a la burocracia estatal, otras a insuficiencias financieras y otras que tenían que ver con la propia gestión de las autoridades jerárquicas. Luego de una de esas reuniones pedimos editorialmente al Poder Ejecutivo que nombrara a un tercer miembro para el directorio, porque esa mesa de dos patas que tenía el directorio del Inau, volvía frágil, inestable e inoperante la conducción. Hablamos varias veces con Cristina Álvarez, vicepresidenta del Inau, e intercambiamos puntos de vista. Reclamamos en la revista que se aceleraran los concursos en el Interj y dijimos que era insostenible el anterior director de la Colonia Berro, quien renunciara pocas semanas después. Alertamos sobre las internas políticas entre los funcionarios, que aún hoy continúan siendo un problema. Las disputas entre funcionarios comunistas y emepepistas afectan el día a día en la Colonia e ignoran que las diferencias afectan transversalmente a ambos grupos. Hay duros y blandos de ambos lados, hay también gente que sabe y que no sabe, que tiene experiencia y que no la tiene, hay nobles y brutos en ambos bandos. El día 28 de noviembre del año pasado se realizó una reunión en la Colonia Berro a la que fui invitado, pero, unas horas antes suspendieron la invitación con la excusa de que irían algunos parlamentarios, aunque el único que concurrió fue el senador Eduardo Lorier. Luego de un encuentro accidental con Uriarte, allá por diciembre de 2007, en donde recibió varias llamadas desde Maldonado, percibí que estábamos nuevamente ante un terremoto en la Colonia Berro. Unos días después le solicité al director general del Inau, Fernando Scatamburlo, autorización para visitar la Berro y naturalmente escribir sobre lo que veía. Scatamburlo prometió consultar a Giorgi y nunca me contestó aunque, en por lo menos dos ocasiones, insistí con el pedido. Como las cosas que yo había alertado ocurrieron durante la prolongada licencia de Carlos Uriarte, volví a solicitar, ahora a Cristina Álvarez, personalmente, autorización para visitar la Colonia. Naturalmente reiteré que mi propósito era ayudar al proceso y Álvarez me autorizó, me acompañó, no puso ningún impedimento, permitió que me acompañara un periodista y un fotógrafo y nos dejó actuar con total libertad, manteniéndose siempre a prudente distancia de lo que nosotros hicimos. La decisión de Álvarez fue tan democrática que le costó la crítica, por lo menos, de Víctor Giorgi, cosa que yo intuí en ese momento, posteriormente me enteré y, el viernes pasado, confirmé de boca del propio presidente del Inau. Como era esperable, publicamos lo que vimos y confirmamos lo que ya sabíamos. No especulamos ni buscamos culpables fáciles, y recibimos, como ocurre siempre, críticas y elogios. Sorprendentemente más elogios en el gobierno que en la oposición. Aunque Giorgi no lo crea. Después vino la denuncia del Comité de los Derechos del Niño, las demandas de blancos y colorados y las respuestas escurridizas del Inau. Y NADIE LE DIJO NADA... Por eso escribí lo que pienso. Con firma, con nombre y apellido, sin untuosidad. Pero como alguien puede creer que soy un ultraoficialista y dar a mis opiniones un valor que no tienen, antes de escribir anuncié al secretario de la Presidencia de la República Dr. Miguel Tomma, mis impresiones y lo que iba a escribir, hice lo mismo con la ministra Marina Arismendi y con algunos parlamentarios del Espacio 609, a quienes les pedí que trasmitieran lo que pensaba escribir al diputado Javier Salsamendi, abogado, ex funcionario del Interj, quien al parecer respondió algo así como: "Que haga lo que quiera". Conste que estoy además enterado de que, por lo menos, en dos ocasiones recientes, el tema de la Colonia Berro estuvo planteado en el gabinete y que la ministra Marina Arismendi concurrió a la reunión del Directorio del Inau la semana pasada y resolvió acompañar a Víctor Giorgi a la Colonia Berro, a la cual el presidente del Inau desde el año 2005 nunca fue. Como verá el lector, nadie me puede acusar de disparar a traición, ni tiene ningún derecho el Dr. Giorgi de poner en duda ante testigos mi condición de frenteamplista. Mejor sería que se preguntara por qué, entre tanto enterado, nadie le dijo nada. No voy a explicar aquí lo que dije la semana pasada porque como lo escribí yo, no puedo decir que se interpretó mal o que se descontextualizó o que se tomó sólo parte de lo que manifesté. Lo escrito, escrito está. Bien o mal, en el acierto o en el error. Es obvio que lo escrito no tiene el propósito de vender más revistas, como cree Giorgi, porque es evidente que Paco Casal vende más revistas que el presidente del Inau. DENUNCIAS El único propósito de esa y las otras notas sobre la Colonia Berro es ser consecuente con lo que pienso y lo que pensé toda la vida. Es principalmente una batalla moral, y por esa razón es imposible espantarme con rezongos. Es único motivo es que me da vergüenza -a mí, a muchos técnicos y funcionarios del Inau y supongo que a la mayoría de los frenteamplistas-, las condiciones de reclusión de los jóvenes privados de libertad en la Berro y la incapacidad del gobierno de dar solución al problema de los 140 muchachos allí internados. El martes 7, para ser más preciso, en su visita a la Colonia, la ministra Marina Arismendi miró horrorizada las condiciones de reclusión en el hogar Puente, un lugar en el que nunca estuvo previsto mantener gurises alojados, que fuera rehabilitado hace pocas semanas, casi clandestinamente, para albergar a los chicos que habían participado en el motín del hogar Rincón. En esas celdas -en realidad dos oscuras celdas de castigo con dos ventanitas, una litera, cuatro colchones en el suelo y un medio tanque que oficia paradójicamente de inodoro-, viven diez chiquilines 23 de las 24 horas del día. Imagino que también les habrá dado vergüenza a Giorgi y a la sicóloga que le mostró el calvario, que conoce a Marina desde niña y que nunca habrá imaginado que le tocaría en suerte enseñar esa asquerosidad en un gobierno de izquierda por el que luchó toda la vida y por el que estuvo media docena de años presa. Lo más curioso es que de los muchachos amotinados en el Rincón sólo queda uno en "la isla", los nueve restantes andan rotando entre los diferentes círculos del infierno. Para colmo la ministra ni sabe que desde hace un mes hay tres chiquilines en la Comisaría de menores (donde las condiciones son aún peores) porque el Inau no tiene dónde alojarlos. MALA CONCIENCIA... La insinuación de Giorgi de que yo estaba en conocimiento de lo que denunciaría el Comité de los Derechos del Niño, y de que todo sería parte de una operación política contra el gobierno es, por lo menos, una tontería. Semejante paranoia 11ama la atención en un prestigioso sicólogo y como no me la creo, me parece tramposa. Ni le reconozco a Giorgi credenciales políticas para cuestionarme, ni puede hacer más que agitar fantasmas para presionarme. Solamente en la mente de algunos jerarcas circula la idea de que ellos son los depositarios del pensamiento y la lealtad frenteamplista, por haber sido designados para cumplir una función pública para la que los elegimos todos los que luchamos y votamos con el propósito de obtener objetivos que evidentemente son diversos, pero que esencialmente proponen una sociedad mejor, más libre, más justa y más humana. La responsabilidad del presidente del Inau es resolver los problemas que no ha resuelto y es por eso que tendrá que rendir cuentas al gobierno y a la sociedad. A Giorgi se le escaparon 140 presos y a mí todavía ninguno. A Giorgi le denunciaron violaciones de los derechos humanos en los servicios que él dirige y a mí no. Yo tengo el deber de decir lo que pienso y Giorgi cree tener el deber de ocultar lo que pasa. Si Giorgi me dejó entrar a la Berro porque creía que yo iba a elogiarlo está ciego. Si yo fuera a hacer una operación comercial como hizo hace unos meses un canal privado y una conocida animadora, lo hubiera gestionado por una agencia de publicidad o una operadora de prensa en los mostradores de la publicidad oficial. Pero no fue así. Yo fui a lo que dije que iba a ir. A decir lo que tengo que decir. Yo respondo a los lectores, muchos o pocos, todos los viernes. Sean muchos o mínimos -como dice Búsqueda- el único que me importa es el que tiene la revista en la mano, el que gastó 65 pesos porque confió en mí. Para ese no hay traiciones, sea frenteamplista o no, de milico o de paisano. Para ese sólo la verdad, mi verdad que por suerte es la verdad de muchos compañeros. MAL QUE PESE... La gestión del Inau en la Colonia Berro es malísima, y la responsabilidad es del directorio del Inau y, especialmente, del doctor Carlos Uriarte. Naturalmente no todo el directorio tiene la misma responsabilidad, pero ese no es mi problema. A mí -como es sabido- no me gusta criticar a este gobierno, porque ha hecho muchas cosas bien y porque yo creo sinceramente que si tiene la oportunidad hará las cosas todavía mejor y los uruguayos viviremos mejor. Pero si hay cosas importantes que se hacen mal, es imposible querer contar con el silencio. Mucho menos esperar que yo actúe como un autista porque alguien pretende que la verdad perjudica al gobierno. Desgraciadamente no tengo partido ni participo en internas de ningún tipo y por suerte no pretendo llegar a ser funcionario público. Me tocó ser testigo y escribir para los que me creen, pero nadie puede pretender que su gestión tiene inmunidades y privilegios gratuitos. Antes que nada está el país y los uruguayos que vivimos en él. Antes incluso que el propio gobierno, que es el mejor que ha tenido el Uruguay en los últimos cincuenta años y que si Dios quiere tiene que ganar en el 2009.

Caras y Caretas, 11 de abril

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