Aunque en el texto del proyecto no hay ninguna referencia expresa, la norma causó revuelo por la posibilidad de que parejas de gays o de lesbianas adopten chicos.
El oficialismo, a través de Margarita Percovich, se encargó de dejar en claro que el FA se había negado a incorporar una disposición que habilitara en forma explícita a las parejas homosexuales a tener chicos en adopción, como les había sido solicitado por colectivos conocidos.
El nacionalismo en bloque cuestionó duramente que quedara una puerta abierta a que los homosexuales adopten niños. Moreira y Gallinal se mostraron reacios a "propiciar uniones del mismo sexo" y sostuvieron la inconveniencia de que un niño sea criado en un hogar homosexual ya que sería una forma de "precondicionar" al niño a determinada opción sexual cuando lo que corresponde es asegurar que éste desarrolle su libre albedrío y elija cuando tenga edad de razón. Aceptamos la unión concubinaria, pero no nos pidan que aceptemos adopciones; hasta ahí no llegamos, parecieron decir los blancos.
La bancada presentó, entonces, un aditivo con la esperanza de que fuera incorporado como un artículo más al texto legal. Después de reiterar conceptos generales sobre la adopción, y de citar artículos de la Carta Magna, el texto termina sosteniendo: "No se dará curso a solicitudes de adopción presentadas por parejas si éstas se encuentran conformadas por personas del mismo sexo". Poco éxito tuvo la propuesta blanca: sólo recogió cinco votos en 22. Pero lo curioso del caso es que don Carlos Baráibar, al fundamentar su voto, expresó que había votado en contra por disciplina partidaria, pero que saludaba la iniciativa del Nacionalismo por haber introducido el debate en la sociedad uruguaya.
La República, 17 de julio
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