
El Director de OPP, Pro f. Enrique Rubio, se trae entre papeles la reforma del estado.
Ya sabemos algunos detalles del ya clásico reformismo progresista.
Unos primeros diagnósticos más o menos acertados, perfectibles, que comienza con un empujón político de alguna fuerza que integra el Gobierno pero en la medida, que intentan ensanchar la base de sustentación política, comienza las dificultades para el FA.
Es lógico que así sea, no alcanzan los dedos de la mano para obtener diferentes soluciones según la fuerza política o sindical que intente resolver el problema.
El famoso consenso del Gral. Seregni, cada vez se hace más complicado de conseguir. El ahora olvidado mecanismo de toma de decisiones, era viable para una fuerza opositora pero no lo es para una fuerza política que debe construir y gobernar el país.
Es inevitable, que para esquivar los trancazos que de una u otra forma se producen, se obvien puntos de vista, que traducido a la práctica, significa que alguien no será tenido en cuenta.
Necesariamente los sindicatos antes herramientas del FA ahora advierten, que más tarde o más temprano, son “el hilo más fino”.
Ya lo vivió la Educación Pública, que luego de un Congreso educativo con cierto grado de consenso entre fuerza política de gobierno y sindicatos pero sin partidos de oposición, cuando había documentos de todos los “colores” firmados, un tiempo después, el Ministro Brovetto planteó “un borrador” que dista bastante del original.
En la reforma del Estado, sucederá lo mismo en caso de llegar a un mínimo de consenso político.
A su vez, los sindicalizados del Estado, tienen los antecedentes necesarios para estar en alerta “amarilla”.
Esta historia recién comienza, será la madre de todas las reformas pero nadie sabe cuando va a parir y aún no sabemos el “sexo”.
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