martes, 18 de marzo de 2008

El ejército Chino ahoga la ciudad Lhasa, Tibet



Masiva ola de arrestos en el Tíbet pese a las fuertes críticas
China corta los vínculos de esa región con el exterior; advertencia de la ONU PEKIN.- En una nueva escalada de la crisis que sacude al Tíbet, las fuerzas de seguridad chinas intensificaron ayer las redadas y los arrestos de disidentes en Lhasa, la capital tibetana, y continuaron cortando todos los vínculos de esa región con el mundo exterior. A la medianoche local venció el plazo establecido por las autoridades chinas para que los tibetanos que participaron en los disturbios de los últimos días se entregaran a la policía, por lo que anoche se esperaba un incremento de las medidas represivas. El gobierno calificó a los manifestantes de "criminales" y advirtió que castigaría "con dureza" a los que no se entregaran, así como a las personas que les dieran refugio. Mientras se multiplicaban las masivas protestas en China -que incluso llegaron a la capital del país, Pekín- y en países vecinos, como Nepal y la India, ayer se reforzó la presión internacional sobre el régimen comunista, con llamados a la calma de las Naciones Unidas, la Unión Europea (UE) y Estados Unidos. El Parlamento tibetano en el exilio advirtió sobre la "masacre" que estaba ocurriendo en el Tíbet y afirmó que la represión china ya había dejado "cientos" de muertos. El gobierno tibetano en el exilio, en cambio, dijo que eran 100 las víctimas mortales. Pekín desmiente estos informes y sólo reconoce la muerte de 16 civiles. Las protestas en el Tíbet, que representan el mayor desafío al poder central de China de los últimos 20 años, comenzaron el 10 de marzo pasado, en ocasión del aniversario de la fallida rebelión tibetana de 1959 contra Pekín. Los manifestantes, que durante las protestas incendiaron autos y saquearon negocios, exigen una mayor autonomía y el respeto de su cultura ancestral. Las violentas manifestaciones suponen un dolor de cabeza para China, cuando faltan sólo cinco meses para el inicio de los Juegos Olímpicos, con los que el gobierno comunista aspiraba a mejorar su imagen ante el mundo. Además de reprimir con fuerza a los tibetanos, el gobierno está cortando todos los vínculos del Tíbet con el exterior y está "limpiando" a esa región de toda presencia extranjera, según denunciaron ayer fuentes tibetanas en el exilio, lo que alimentó los temores a una intensificación de la represión por parte del ejército. En efecto, las autoridades ordenaron a las organizaciones no gubernamentales extranjeras que se retiraran del Tíbet y suspendieron todos los permisos de viaje desde el exterior hacia esa región, alegando motivos de seguridad. También recomendaron a los turistas extranjeros que se encuentran en el Tíbet que abandonaran la región en los próximos días. Los periodistas extranjeros fueron invitados a retirarse de la región, por lo que la información sobre lo que realmente está pasando allí es escasa. Aislada Se sabe que Lhasa está cercada y prácticamente aislada del mundo por el ejército, y que las fuerzas de seguridad recorren la ciudad, donde llevan a cabo registros casa por casa. Grupos defensores de los derechos humanos en el exilio afirman que la policía detuvo a cientos de tibetanos considerados sospechosos, en especial jóvenes y ex prisioneros políticos, que, afirman, fueron golpeados. Según el diario The Times , de Londres, las autoridades hicieron desfilar ayer por las calles de Lhasa, esposados, a unos 40 prisioneros, la mayoría de ellos hombres y mujeres jóvenes. Mientras mantenía el cerco sobre Lhasa, el gobierno movilizó más fuerzas de seguridad al oeste de China, para frenar la ola de protestas en las provincias vecinas de Sichuan, Qinghai y Gansu, donde viven comunidades tibetanas. Miles de monjes y otros manifestantes chocaron ayer violentamente en varias localidades de esta última provincia. En Sichuan, unos 700 adolescentes se manifestaron después de que 40 estudiantes de su escuela fueran golpeados y detenidos por pedir que el Dalai Lama, líder espiritual de los tibetanos, volviera de su exilio. Las manifestaciones incluso llegaron a Pekín, donde unos 200 estudiantes hicieron una sentada en solidaridad con los tibetanos. Las protestas se propagaron también a la capital india, Nueva Delhi, donde se manifestaron pacíficamente más de 1000 tibetanos exiliados, y al vecino Nepal, donde unas 50 personas fueron detenidas tras participar en una manifestación contra la represión china en el Tíbet. La policía dispersó a los manifestantes con porras y gases lacrimógenos, por lo que hubo varios heridos. También se repitieron protestas en solidaridad con los tibetanos en Munich, Nueva York, Washington, París y Barcelona. Paralelamente a la intensificación de las protestas, la presión internacional se hizo más fuerte ayer. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, llamó a las autoridades chinas a mostrar "contención" y "evitar una mayor confrontación y violencia", mientras que la UE se manifestó "muy preocupada" por la situación en el Tíbet. Por su parte, la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, instó a China iniciar un diálogo con el Dalai Lama para poner fin a la violencia en la región.


Fuente: La nación, 18 de marzo (Argentina)

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