lunes, 20 de octubre de 2008

“Prefiero que el adolescente se fugue a que se amotine”



Su experiencia al frente del Movimiento Tacurú propició que la ministra de Desarrollo Social, Marina Arismendi, lo eligiera para encarar la dirección del Instituto de Rehabilitación Juvenil (Interj). A dos meses de asumir el cargo, el 15 de agosto, el padre Mateo Méndez ya enfrentó dos motines: uno en el hogar SER y otro en el hogar Piedras. Se refiere a estos centros de rehabilitación como "pequeñas cárceles" y apuesta por un funcionamiento sobre la base de menos encierro y más horas libres. Miembro de la congregación salesiana, que estableció condiciones para llevar adelante su tarea, aboga por un mayor diálogo y la intervención educativa del Grupo Especial de Operaciones (GEO). Sostiene que "el adolescente da lo que recibe".
-¿Cómo ha sido su experiencia en estos dos meses al frente del Interj?-Muy variada, porque la gente con la cual uno trabaja no es lo que estaba acostumbrado y eso me ha obligado a replantearme los modos de trabajar. Yo no había trabajado previamente con adolescentes privados de libertad. Realizaba una tarea de acompañamiento, para evitar que llegaran a esa reclusión. No es fácil generar vínculos con este tipo de adolescente; es más agresivo.-¿Cómo ha encarado la relación con los menores?-En el poco tiempo que hemos tenido contacto con ellos se da una relación agradable, de ida y vuelta. A veces un poco demandante de parte de ellos de algunas cosas. -¿Por ejemplo?-“Conseguime trabajo que me quiero ir, yo no quiero estar aquí”, te dicen. Quieren salir, ir a ver a sus hijos, a su compañera. -¿Y usted qué les contesta?-Primero trato de que entren en conciencia de por qué están aquí. Porque uno no está acá de paseo. Los ayudo a pensar por qué llegaron a esta situación y cómo hacer para no volver más a este lugar. Pero está esa cosa de no generar expectativas, porque parece que uno tuviera que estarles diciendo cosas que los dejen tranquilos en el momento y eso, a la larga, no funciona. No es bueno mentirles. -Usted planteaba al asumir el cargo la necesidad de trabajar desde el diálogo; ¿lo ha podido lograr?-Se ha mejorado mucho el diálogo de parte de los educadores. El ambiente ya es más propenso a la búsqueda de caminos nuevos, invitando al no acostumbramiento de la tarea. La adolescencia es una edad donde el ser humano es muy cambiante. Por tanto, también tiene que serlo la propuesta que les hacemos. El entorno donde está viviendo no puede ser una cosa tan esquematizada que se vuelva rutinaria. -¿Cómo se procura cambiar esa rutina?-Confiando en el adolescente. Si el funcionario no cree que pueda cambiar de actitud, entonces es mejor que busque otro empleo; es una actitud mucho más sana y honesta. Porque el joven que está privado de libertad genera múltiples interrogantes y miedos. Sobre todo miedo a la fuga. Y es preferible la fuga a los motines. No queremos ni una ni otra pero si me dan a elegir, prefiero que el adolescente se fugue y no que se amotine.-¿Cree que en ese sentido se avanzó respecto a cómo eran las cosas antes de que usted llegara?-No había seguido mucho esto del Inau. Siempre uno quedaba preocupado por el ingreso o no de la Policía, el ingreso o no de la GEO, con aplicación de la fuerza física. Creo que si la Policía o la GEO entran, deben ser dos herramientas educativas y no represivas.-¿Cómo se educa a un menor en esta situación?-Hay que procurar que no se quede encerrado en la falta como una cosa para toda la vida. Que el tiempo de reclusión lo ayude a darse cuenta que se equivocó y que no desea volver a pasar por esto. Por eso, la privación de libertad no es lo mejor para el adolescente. Hay otras medidas alternativas que tenemos que seguir instrumentando.-¿Cómo cuáles?-La libertad asistida o vigilada, con seguimiento por parte de los educadores, con servicios a la comunidad. Este tipo de propuestas me parece mucho más sanas, porque no desarraigan al adolescente de su entorno, lo que a veces puede ser muy malo y duro. No es el aislamiento lo que hace a la recuperación. Hay casos que necesitan una atención terapéutica. Y no podemos mezclar al adolescente que está relativamente sano con uno que viene con toda una crisis estructural de su personalidad.-¿Cree que todos los menores son rehabilitables?-Ocurre lo mismo que con los adultos: algunos luego de su primera experiencia de encierro recapacitan. Al adolescente, en cambio, hay que ayudarlo a reconstruir su historia. El egreso comienza cuando el adolescente entra al Instituto, no cuando sale. Por eso, aunque existan medidas de privación de libertad, tienen que conservarse los vínculos con la familia, la pareja, los amigos, el barrio. -¿Qué lugar ocupa la familia del chico en todo esto?-Se procura un acompañamiento durante el tiempo de reclusión. Se visita la casa, el entorno donde vive la familia, se evalúa cómo está constituida, qué organizaciones barriales existen para que cuando salga el menor pueda encontrar apoyo en ellas. Todos debemos ser responsables de la suerte de nuestros adolescentes y no mirar para otro lado. Porque suele definirse a la adolescencia como algo negativo. Además, no olvidemos que hoy nombrar el Inau es lo peor que le puede pasar a un joven.-¿Qué opina de la propuesta del presidente Tabaré Vázquez de bajar la inimputabilidad de los menores?-Nos podemos engañar con que bajando la edad solucionamos problemas que son mucho más de fondo. Hay casos en los cuales los comportamientos de los adolescentes parecería que tienen la envergadura de un adulto. Pero, ¿qué lo inhibe de culpa: el hecho material o la edad? Es muy complejo el tema como para poder definirlo sólo por el hecho material. No es por ahí la solución. Además, no hay diferencia entre una cárcel de menores y una de adultos.“Yo no trabajo para el gobierno”-¿Por qué generaron tanto revuelo las condiciones que la comunidad Salesiana puso a la ministra Arismendi para que usted asumiera la dirección del Interj?-Sucede como en las mejores familias. El esposo resuelve una propuesta laboral con su esposa. Y poner condiciones no es malo. La congregación lo hizo para evitar que esto se convierta en una herramienta política y decir que el Frente Amplio solucionó el problema de los menores del Inau porque hay un cura a cargo. Esto no es un cargo político y siempre ha quedado claro cuando hablamos con el presidente Vázquez. -¿Por qué cree lo eligieron a usted?-Es un reconocimiento a la tarea de los Salesianos en el Uruguay desde hace muchos años. El Estado no pasa a ser religioso porque hace convenio con una congregación religiosa, sino que valoriza el trabajo que esta hace.-¿Cómo concilia su vocación sacerdotal con el cargo público?-No hay incompatibilidad. Que sea funcionario público no quiere decir que tenga que renunciar a mi investidura. Mi tarea es por el bien común y no atenta contra el Estado laico, no laicista, que es diferente. Mi opción política la tengo, pero mi trabajo no es una opción política. Yo no trabajo para el gobierno, sino para el Estado, para los adolescentes. -Los menores recluidos, ¿lo ven como un sacerdote o simplemente como una autoridad?-Los chicos saben lo que soy. Unos me dicen “Mateo”, otros “padre”, otros “cura”. Uno tiene una investidura religiosa, pero soy un trabajador con una mirada esperanzadora hacia los jóvenes. No voy a ponerme arriba de la mesa a anunciarles cosas que puedo hacer en el mano a mano. -Durante nueve años estuvo al frente del movimiento Tacurú, con un resultado exitoso. ¿Cuánto ha influido este carisma en su tarea en el Interj?-Apuntamos sobre todo a la prevención. Un sistema preventivo [como el de Don Bosco] ayuda a evitar ciertas situaciones conflictivas con los adolescentes. También implica que el muchacho siempre tenga algo para hacer, que no esté ocioso. Mi eslogan es “la educación y el trabajo”. Debemos procurar que aprenda algún oficio, para que a su egreso le sirva para ganarse la vida con honestidad. Para eso hay contactos con empresas y con la intendencia, como se hace en Tacurú.“El motín en Piedras es la caída de un sistema”Entre el miércoles y jueves de la semana pasada, durante casi 27 horas, el director del Interj enfrentó el segundo motín en dos meses de gestión. Para el padre Mateo Méndez, la sublevación de los menores recluidos en el hogar Piedras de la Colonia Berro, con 10 menores aún fugados, significa “la caída de un sistema”. El sacerdote salesiano consideró que lo ocurrido es “una llamada de atención” al Inau de que ciertas prácticas desarrolladas hasta el momento, como el encierro y la represión, deben dejarse de lado. A modo de ejemplo, dijo que “debe ponerse fin a las tranzas y acuerdos” entre funcionarios y menores para flexibilizar los horarios.En entrevista con Ultimas Noticias, el padre Mateo explicó que “si al menor lo tratan mal, va a responder mal”, porque “el adolescente da lo que recibe”. Para el director del Interj, todo motín tiene dos caras: de adolescente y de adulto. Sostiene que todo amotinamiento responde a un reclamo o denuncia de algo. Si bien la secretaria del sindicato de empleados de la Berro, Claudia Montenegro, declaró a este medio que en el motín del hogar Piedras los menores no hicieron ninguna reivindicación, el equipo del padre Mateo informó que han recibido denuncias de los menores por malos tratos. Asimismo, en declaraciones a Telenoche 4, Méndez explicó que “la pasta base y la marihuana, junto con la represión contenida” fueron la base del estallido de violencia en el hogar Piedras. El padre Mateo no descartó que los empleados de la Colonia sean quienes proporcionan las drogas a los menores: “En este mundo, todo puede ser”.Sin embargo, Joselo López, secretario general del sindicato del Inau, sostiene que el acceso de los menores a la droga se debe al “ingenio de la familia” que es quien la provee. El gremio discrepó con la demora en el ingreso de la GEO durante el motín. Méndez reconoció ante los medios que hubo demoras. “Se demoró el ingreso o el diálogo en un momento que se esperaba que hubiera mayor participación de la parte directiva del Inau, que las conversaciones con el juez y con la GEO se aceleraran”, indicó el padre Mateo a El Espectador. De todos modos, el director del Interj enfatizó que no hubo lastimados ni necesidad de golpear a nadie para mitigar la situación. En el hogar Piedras vivían 28 menores: tres fueron reubicados en otros hogares previo al motín, 23 se amotinaron y dos se resistieron a hacerlo, con golpes de sus compañeros como consecuencia. De los 23 que tomaron las riendas del Piedras entre el miércoles a las 14.00 y el jueves a las 16.00, 11 se fugaron y 12 permanecieron en el recinto. Tan sólo uno de los prófugos fue recapturado. Piedras estaba catalogado como el más seguro de la Berro y durante año y medio no se registraron episodios violentos. Sin embargo, el miércoles, tras amenazar a una funcionaria con un arma de corte carcelario, los adolescentes internados allí rompieron los candados de las puertas, incendiaron colchones y frazadas, destruyeron muebles y cañerías de baños, y picaron las paredes con herramientas que extrajeron de un galpón. Doce de estos jóvenes permanecen en la comisaría de menores, mientras se desarrollan tareas de reconstrucción en el hogar Piedras. El juez dio plazo hasta hoy para que se los reubique. Méndez concluyó que no imaginó que sería tan complicado llevar adelante el proyecto de reforma de la Colonia aunque, como buen hombre de fe, no duda en continuar con esa línea de trabajo, centrada en “un menor encierro, más horas libres y mayor educación”.
Últimas Noticias, 20 de octubre

No hay comentarios:

Placa de Facebook

Webmaster/Editor

Prof. Daniel Solari Derquin