lunes, 18 de junio de 2007

Prensa: Entrevista al Senador Larrañaga, Presidente del Directorio del Partido Nacional

"Toda descentralización es mentira si no se descentraliza la caja fuerte"
El senador Jorge Larrañaga, presidente del Directorio del Partido Nacional, habla de descentralización, de política de tierras, de un compromiso político por una nueva política energética y de que el Frente Amplio no debe tener mayoría en los organismos de contralor.

Senador Larrañaga: "En los próximos días --y se lo digo como adelanto para
--Comencemos por una promesa que usted hizo --al menos así se publicó en los medios-- acerca de la reforma tributaria. Si gana las próximas elecciones ¿derogará esa reforma?
--Sí, es así. El Partido Nacional tiene un grado muy importante de discrepancias con el contenido de la reforma tributaria. Creemos que es una reforma que preparó el Ministerio de Economía casi en solitario, que viene recibiendo incluso críticas desde dentro del propio Frente Amplio y que no es buena ni beneficiosa para el país porque castiga al que más produce y al que más trabaja. A nuestro modo de ver, va en contra del país productivo que el gobierno del presidente Vázquez ha prometido a la población. Por esas consideraciones hemos dicho lo que dijimos. Pero el Partido Nacional, a través de otros voceros, ha expresado la misma línea. Ni bien tuviésemos oportunidad de llevar adelante una reforma del sistema tributario, anularíamos primero esta. Es más: creo --y lo digo con sinceridad y si me equivoco usted mismo me lo puede demandar y yo me voy a rectificar--, que esta reforma en seis meses o en un año va a tener más agujeros que un queso por tantas modificaciones que, incluso desde dentro de la propia fuerza política de gobierno, se le van a hacer en la medida que empiecen a generarse situaciones de descontento.

--Es un compromiso muy fuerte que usted, a nombre del Partido Nacional, asume. Ahora bien, es cierto que hay preocupación y que hay dudas. Pero como la reforma tiene relación con otros aspectos, por ejemplo la rebaja del IVA, el ingreso a la seguridad social, la reforma de la salud, le pregunto: ¿y si a fin de cuentas no sale mal como algunos presagian?
--¡Pero es que no caben especulaciones políticas! Las cosas no se expresan en función de ellas, poniendo en una balanza los pros y contras de manifestarse de un modo u otro, ni siquiera pensando en los porcentajes de aceptación que una reforma como esta pueda tener. Uno propone cosas o se define en función del grado de discrepancia que tenga con una iniciativa de estas características, intrínsecamente.

--Lo llevo a otro terreno, que sé al Partido Nacional le es muy caro: la ubicación actual de Uruguay en el contexto regional. ¿Usted coincide con esa visión acerca de que hay una suerte de disputa por el liderazgo del Mercosur?
--Yo creo que el barrio está complicado. El proceso de integración latinoamericana no ha ido en la misma línea que las afinidades ideológicas vaticinaban. Se sostenía que esa integración iba a mejorar al amparo de un proceso de consolidación de gobiernos de orientación progresista en América Latina, y que eso iba a ser beneficioso para fortalecer la unidad. Que hay una disputa de posicionamientos, de liderazgo, es evidente. Argentina, Brasil, Venezuela son ejemplos bastante importantes en esta materia. En primer lugar debemos destacar que el Partido Nacional es defensor del proceso de integración y del Mercosur. Pero de un Mercosur que sea una oportunidad, no una trampa. Y que nos permita insertarnos en el mundo, en un esquema internacional más variado y no como en las actuales circunstancias. Entonces, Mercosur sí, pero también integración al mundo... Es que, de alguna forma, también lo ha expresado así el señor presidente cuando habla de "regionalismo abierto"; es decir, anclados en la región pero proyectándonos en el mundo.

--Le completo lo anterior con otra pregunta. Si realmente hay una puja por el liderazgo, ¿es posible esa actitud pendular que siempre ha tenido Uruguay entre Argentina y Brasil, por su pequeñez y su dependencia? Porque con Brasil hoy parece haber una situación más distendida, y con Argentina tenemos un lío del que no se sabe bien cómo vamos a salir.
--Desde el punto de vista de las relaciones internacionales, Uruguay ha sido equilibrio y sensatez. Su propia pequeñez así lo determina, así lo condiciona. Es cierto que el relacionamiento con los dos grandes vecinos ha sido pendular. Seguramente en función del lío que tenemos con la Argentina, recostarnos al Brasil puede ser un circunstancial posicionamiento estratégico. Pero más que eso, y ya vamos directamente al centro del conflicto con Argentina, es imprescindible forzar a que el Mercosur busque una solución a ese diferendo. Por eso presentamos una propuesta que el presidente Vázquez ha quedado en analizar y contestar, seguramente con un documento del Ministerio de Relaciones Exteriores, de crear un nuevo Estatuto del Río Uruguay como forma de buscar la excusa que, quizás, necesitan ambos países para salir del conflicto. Ahora, también le digo de ciertos temores nuestros, que no están fundados en una picardía política ni en una especulación menor, sino en algo cierto, que es el grado de permeabilidad política, de politización en el sentido de afinidades ideológicas mal entendidas que influyen actualmente al proceso de integración del Mercosur. Me parece que eso perjudica y obstaculiza la obtención de objetivos comunes para la región.
--En ese contexto que usted acaba de describir, ¿el Parlamento del Mercosur ayuda o dificulta las cosas?
--Seguramente no corresponde poner la carreta delante de los bueyes, formulando juicios anticipadamente. Con franqueza, en la actual situación del proceso de integración, y por el propio perfil y la propia conformación del Parlamento del Mercosur, no creemos que pueda tener la fuerza ni la incidencia para determinar un mejoramiento en el esquema de integración del bloque regional. No puede atacar en profundidad los problemas estructurales de la integración, que la han venido frenando y han venido evitando el sinceramiento para la búsqueda de objetivos comunes. O sea, problemas que hoy son un freno y también recelos en el exterior de la región para que haya una mayor vinculación del exterior con el bloque.

--Hay otro aspecto relevante, en función de algunas circunstancias recientes. Algunos representantes del gobierno, o tal vez todo el gobierno, han superado cierta ingenuidad inicial acerca de cuál era la razón última de la posición argentina en este asunto de las papeleras. Ahora se está aceptando que hay intereses políticos y económicos que hacen a la vieja, histórica lucha por un poder que se logra con las mayores inversiones y con tener el puerto más eficiente y activo. ¿Usted le ve una salida a esto?
--Es posible que el gobierno vaya superando una visión ingenua inicial del conflicto. Y también que se haya ido agudizando la percepción de que subyacen o sobrevuelan, depende de cómo se miren, otros temas como la lucha histórica de los puertos, el concepto de hidrovía del Uruguay versus el concepto de hidrovía del Paraná, y los intereses de la cuenca del Paraná versus los del Uruguay, y el centralismo porteño y hasta de la propia capital del Uruguay oficiando en detrimento de las provincias del vecino país. Hay, sí, es posible, un esquema de esa naturaleza. Pero también es cierto que se actuó sin criterio de prevención como para este conflicto muriera prácticamente al nacer. Y se le dieron excusas a Argentina para la continuidad y la prolongación del mismo, haciendo que esto, por lo menos en el corto plazo, y ojalá que esté equivocado, no se pueda resolver en beneficio de nuestro país y también del proceso de integración regional.

--Otra cosa que está en el escenario político y del interés general, más allá de que el ciudadano común lo entienda a cabalidad o no. Hablo de la política energética, que también tiene mucho que ver con lo regional. Todos coinciden ahora en que hay que cambiar. ¿Cómo se ubica frente a este desafío el Partido Nacional? Porque se habla de muchas cosas: acuerdos regionales, acuerdos con algunos países, energía nuclear, eólica...
--Mire, lo voy a cortar, permítame. Usted sabe que el Partido Nacional ha realizado interpelaciones en el Senado. El senador Abreu interpeló al ministro de Industria. El senador Long ha propuesto en su momento --hace más de un año-- impulsar acuerdos interpartidarios para una política de Estado en materia energética. Hace unos quince o veinte días, cuando nos reunimos con el Presidente de la República en el Directorio del Partido, entregamos un documento sobre energía apuntando precisamente a ese objetivo: una política de Estado, de largo plazo, porque el país sin resolver el tema de la energía no puede crecer. Si hay limitantes de energía, no hay desarrollo posible. Incluso habrá cortapisas para la atracción de inversiones y para la generación de crecimiento y desarrollo.
Ahora, el ministro Lepra nos pidió técnicos para avanzar en esta materia. En los próximos días --y se lo digo como adelanto para LA REPUBLICA-- quizás podamos reencauzar ese proceso; que sean componentes de todos los partidos políticos quienes procuren avanzar en una política de Estado en materia de energía. Claro, necesitamos algunos pronunciamientos del gobierno. ¿Vamos a estar de acuerdo con la energía nuclear, sí o no? ¿Qué va a pasar con el proceso de asociación de Ancap con Pdvsa? ¿Se va a hacer con licitación? Porque un proceso de esa significación no puede avanzar sin un instrumento de transparencia que permita una aceptación de todos en el país. Y otro esquema de definición que me parece necesitamos plantear: ¿vamos a discutir los monopolios? Entonces, si hay un sinceramiento entre todos los partidos para hablar descarnadamente de estas cosas, sin preconceptos, como Partido Nacional tenemos la más firme intención de avanzar en una política energética de Estado.

--Si yo entiendo bien el contexto que usted está planteando, esto tiene bastante que ver con la idea de país productivo. O sea, hay una idea de país productivo que el gobierno ha expuesto con la cual no sé si coincide-- pero...
--Vea, yo creo que con el país productivo coincidimos todos los uruguayos. El problema es cómo empujamos la carreta de ese país productivo, cómo generamos las condiciones y los instrumentos necesarios para concretarlo. Con sinceridad y con mucho respeto, nosotros creemos que no se han implementado muchas políticas para apuntalar ese país productivo.

--¿Qué importancia le asigna, otra vez en ese contexto, y precisamente usted, que es un hombre del interior, a eso que se ha llamado "política de tierras"? Me refiero a lo siguiente: el Uruguay es un suelo, y ese suelo puede estarse explotando de la mejor manera o no, ni con el mayor cuidado, en la perspectiva, precisamente, de un país productivo sustentable.
--Mire, mire... Cuando se habla de que el Partido Nacional lo único que hace es interpelar, eso no es así. El Partido Nacional ha sido oposición para criticar, pero también lo ha sido para colaborar y para proponer. Le cito tres colaboraciones: en el conflicto con la República Argentina, el Partido Nacional ha colaborado con el gobierno; en el tema de los derechos humanos, ha habido también una indiscutible colaboración y nosotros vamos a ir a acompañar al Presidente mañana, en el acto del "Nunca más" en la plaza Independencia; y también colaboramos, en la inserción internacional, con el tratado de protección de inversiones con los Estados Unidos que firmó el gobierno. Pero fíjese en lo siguiente, y gracias por el estribo que me pone en la pata para bolearla, en este sentido: en contacto con el ministro Mujica, con quien siempre hemos tenido una muy buena relación, impulsamos un proyecto para generar un fondo de tierras que, en su momento, denominamos "Repoblamiento de la campaña". Logramos que mediante el empuje del MPP en la bancada del Frente Amplio en el Senado, se lograra la media sanción de ese proyecto. Es un fondo de tierras como recurso para el Instituto de Colonización. Lamentablemente, todavía está trancado en la Cámara de Diputados. Creemos en políticas sectoriales, tributarias y tarifarias que permitan precisamente un esquema de restablecimiento de la relación del hombre con la tierra, que es imprescindible en un país como el nuestro.

--Este otro tema estoy seguro que también es de su interés, incluso por su condición de hombre del Interior. Se está hablando mucho de descentralización. Algunos han dicho que sólo puede haberla si se descentralizan el poder y los recursos. Con las ideas que usted percibe actualmente sobre el tema, ¿vamos hacia un objetivo posible, en un plazo razonable?
--Con franqueza, todavía no sabemos cuál es la visión de la descentralización del gobierno. No conocemos la reforma del Estado que proyecta el gobierno. Pero hay que cumplir algunos postulados básicos, que son de previo y especial pronunciamiento: no solamente tiene que haber descentralización de competencias, sino de la caja fuerte. Si no hay descentralización de la caja fuerte, todo proceso descentralizador es mentira. Y tiene que haber también descentralización política, pero introduzco un alerta: la descentralización política no puede confundirse con la generación de procesos de elección de autoridades locales que puedan ir en mengua de las propias autoridades locales ya existentes, que son los gobiernos departamentales establecidos en la Constitución. Nosotros le acercamos al Poder Ejecutivo un proyecto sobre agencias de desarrollo regional. ¿Para qué? Para juntar lo público y lo privado en cada región, porque todas, en un país de 180.000 kilómetros cuadrados, tienen su tipicidad. Entonces, la idea es que juntando lo público y lo privado se interactúe generando una sinergia para captar desarrollo, para gerenciar el crecimiento local y para sumar los logros regionales en una sumatoria que construya el verdadero desarrollo nacional. Es un concepto de desarrollo nacional integral, que genere el restablecimiento del principio de igualdad de oportunidades para los uruguayos de todos los pagos. Eso es básico. Ahora, todavía no sabemos cuáles son los contenidos de las reformas del gobierno y me es muy difícil pronunciarme al respecto. El Consejo de Intendentes del Partido Nacional, junto al Directorio, está trabajando en la elaboración de propuestas en el área de la descentralización, del desarrollo local, como forma de vencer el centralismo y estamos dispuestos a apoyar procesos que vayan en línea con estas ideas.

--Usted tiene una relación muy positiva con el presidente Vázquez...
--Con el Presidente fuimos compañeros en el Congreso de Intendentes, entre 1990 y 1995. Ahora, la relación como Presidente de la República con el principal partido de la oposición ha sabido de encuentros y desencuentros...

--Pero parecería estar en un momento de encuentro, si es cierto que, por lo menos en un tema que venía muy zarandeado, la incorporación de la oposición a los organismos de contralor, se va camino de un acuerdo...
--Yo creo que empezamos a analizar criterios que, de aprobarse, pueden impulsar la renovación de la integración de esos organismos. No sé si vamos o no a un acuerdo. Si hay acuerdo, se verá al final del proceso. Pero cuando hablamos el año pasado por aquel lío del Fiscal de Corte, le dijimos al presidente: "Resolvamos primero esto y después entramos a hablar de los organismos de contralor". Se resolvió la Fiscalía de Corte, cuando nadie pensaba que podía pasar, y ahora empezamos a discutir lo otro. Con toda franqueza, también expreso que la renovación de los organismos de contralor a mi juicio pasa por dos variables importantes: la primera, que en la nueva integración estén todos los partidos con representación parlamentaria; la segunda, sería importante, y lo digo sin ningún grado de sentencia ni para poner un palo en la rueda, que en la nueva integración de los organismos de contralor el Frente Amplio no tenga mayoría.

--¿Son definiciones o condiciones?
--No, no, son definiciones personales que le estoy dando. Reflejan el pensamiento de muchos compañeros del Partido Nacional. Esas definiciones hablan de los equilibrios. A este proceso de acumulación de poder legítimo del Frente Amplio, que no cuestiono, no puede agregarse mayorías en los organismos de justicia electoral y de control de las cuentas del Estado. Ojo, quiero ser muy cauto: no lo digo como condición para la negociación, no lo digo para entorpecer, sino como una reflexión para que se comprendan las dificultades que se tienen. Habrá soluciones intermedias que tal vez puedan acogerse, pero es importante, porque quiero ser bien sincero y frontal como siempre he sido, que se entiendan bien mis apreciaciones políticas.

--Vamos al terreno político electoral. ¿Le sorprendió Vázquez renunciando a la idea de su reelección?
--No me sorprendió porque creo que era una bala que el Presidente tenía y el problema era cuándo la disparaba. Mire que esto es una percepción, estoy haciendo la de un "opinólogo". Es una conjetura. Pero creo que el Presidente ya tenía decidida esa actitud. Nosotros somos contrarios desde siempre a la reelección. Lo fuimos de Pacheco, lo habríamos sido de Vázquez y lo seríamos en el futuro, hipotéticamente, de un presidente blanco. Me parece que la actitud de Vázquez le agrega transparencia al sistema político y saca de la condición de sospechado nada menos que al primer mandatario como conductor político.

--Y ahora mirando a sus propias tiendas, ¿le sorprendió el paso al costado que dio el doctor Lacalle?
--No voy a hacer comentarios por algunas razones. Primero, porque soy presidente del Directorio del Partido; en segundo lugar, debo tener respeto por las decisiones personales de todos los compañeros; y en tercer lugar, no quiero que mis palabras puedan ser mal interpretadas.

--Finalmente, ¿qué opinión le merece el movimiento de jóvenes blancos que se expresó en una reciente movida electoral? Porque votaron alrededor de 54.000 muchachos en todo el país...
--Me pareció una movilización extraordinaria, estupenda, que sorprendió a la dirigencia del Partido porque en los cálculos previos más optimistas, yo, atrevidamente, hablaba de 30.000 jóvenes y otros de mucho menos, y nadie imaginó todos los muchachos que se iban a juntar y a participar. Creo que es muy importante para la calidad del sistema democrático y creo que terminó rompiendo la prescindencia de los jóvenes en la actividad política. Para nosotros ha sido muy positivo porque esto no refiere a sectores ni a liderazgos concretos; los protagonistas fueron los muchachos y eso lo apoyamos y nos parece que vigoriza a un partido y a la democracia, porque hace al diferencial del sistema político de nuestro país. Es un ejemplo que debe ser imitado por todos los partidos y quizás así ocurra. Lo hemos visto como un proceso extraordinario. *

Fuente: La República, 18 de junio

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