domingo, 22 de julio de 2007

Documento histórico de los domingos

En el vapor de la carrera que regresaba a Wilson Ferreira Aldunate luego de su exilio a nuestro país , se produjeron anécdotas inolvidables. El barco que partió desde Buenos Aires con destino a Montevideo, era comandado por un Capitán de nacionalidad argentina.
Lejos aún de nuestra costa, fue abordado por personal de la marina de guerra uruguaya. Pretendían que Wilson abordara la la lancha P-70 de la prefectura.No había forma de convencerlo. El Capitán argentino del Vapor de la Carrera trató de interceder y allanar el problema. Se produjo entonces el siguiente diálogo entre el Capitán argentino y Wilson :

WF- "Qué tal, capitán.
-¿Puede venir un minuto?
WF- No, capitán. Yo estoy aquí rodeado de mis amigos. Si tiene alguna comunicación que hacer preferiría que me la hicieran aquí. Yo estoy en un barco de pasajeros que va rumbo a Montevideo y en Montevideo trataré de hacer las declaraciones y someterme a los procedimientos que se me intenta imponer. Pero mientras esté de viaje -y de viaje estoy- conversaré con mis amigos. Naturalmente que si utiliza la fuerza tendré que acceder a ella.
-Justamente es lo que queremos evitar.
WF- Yo también. Hay una sola forma de evitarlo, capitán: permitir que la nave llegue regularmente al puerto de Montevideo, donde no asusta a nadie, porque el puerto está vacío. De modo que yo no... Los acontecimientos de aquí por delante -estamos en jurisdicción uruguaya- no dependen de mí, de mi voluntad. Pero hacerme bajar de este barco antes de que llegue a puerto no podrá hacerse con mi colaboración. Es decir, se requerirá utilizar la fuerza.
-De la forma en que me habló el prefecto es que quiere hablar con usted, conversar con usted, con su abogado. El quiere conversar con usted y con su abogado, nada más. Por eso vengo a pedirle a usted...
WF- Fíjese que hay una cosa muy curiosa: en este país, que es mi país, dictan sentencia todos menos los jueces. Yo acabo de ser procesado por el comandante en jefe del Ejército y reprocesado por el presidente del Tribunal Supremo Militar, que puede intervenir solamente en casos de apelación, y ahora el prefecto del puerto de Montevideo reclama la presencia de mi abogado. ¡Yo no necesito abogado sino para procedimientos penales, si no es que alguien...! Pero bueno, no sé qué dirán mis amigos, pero puedo conversar con el señor prefecto.
- Gustosamente va a conversar con usted...
WF- Claro, él viene en una gestión amistosa rodeado de cinco barcos de guerra para recibir a una familia. No tengo ningún inconveniente en hablar con él, pero desde ya le notifico a usted que yo de este barco fuera del puerto no bajo si se usa violencia.

-¡Bien, bien!".


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