lunes, 3 de diciembre de 2007

Haya paz en la Educación Pública y no que "en paz descanse"


Por Daniel Solari

Mientras el Plan Ceibal sigue en marcha con retrasos de tiempo y dificultades de orden tecnológico para su implementación, la Educación Pública en el Uruguay continua “flotando” a expensas de las mareas o lo que es peor, con el mismo movimiento de la década del noventa.

A pesar de esta afirmación, para el 59% de los uruguayos según encuestas de opinión, la educación es un refugio seguro para sus hijos comparado con la gestión del resto del Estado.

Aparentemente, el delicado estado de salud del Ministro de Educación y Cultura, Ing. Brovetto, sería el empujón final para paralizar por completo cualquier tipo de reforma en el sector.

El Gobierno “progresista” durante décadas, sea por los sindicatos o por algunos de sus partidos políticos, reclamó reformas profundas y de calidad oponiéndose sistemáticamente a todas las que se implementaron.

A pesar de basar su estrategia en llegar al poder mediante la Enseñanza, a un mes de terminar el tercer año lectivo para esta administración, vemos con preocupación como la Enseñanza no se “toca”.

Es y fue más fácil criticar que hacer. Continúan vigentes: el plan 92 en Magisterio, el plan 1996 del Ciclo Básico, los C.E.R.P creados en el 1997 y los planes para bachilleratos en el 2003.

¿Cómo explicar que a 3 años de llegar al Poder y en otras áreas de la sociedad ya hubo reformas de todo tipo y calibre?

¿Acaso el Gobierno no tiene mayorías para implementar una que despeje todos los males de las anteriores nombradas?

Sólo restan dos años para la Educación Formal con este Gobierno si no fuese reelecto. Pero lo que es aplicable para la Educación lo es para toda reforma en el Estado.

Desde y por su mayoría absoluta, este Gobierno ha desperdiciado la oportunidad histórica de obtener grandes mayorías nacionales que dieran paso a la creación de políticas nacionales.

La calidad debe ser el centro de la reforma educativa para el Uruguay, debemos recuperar parte del nivel educativo que hizo a este país, colocarse siempre en lugares de privilegio hoy perdidos en cualquier prueba de conocimientos de nuestros estudiantes a nivel mundial por área o por materia específica.

No es sólo un problema de presupuesto que dicho sea de paso, ni siquiera está cerca del mentado 4,5% del P.B.I. Hacen falta los contenidos programáticos necesarios que por supuesto también brillan por su ausencia. Parece que el Gobierno está dispuesto a pagar para que en la Enseñanza haya “paz”.

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